viernes, 19 de abril de 2013

ensuciarse las manos

Ni siquiera se cual es la bici adecuada, la correcta para este viaje, no creo que la de carretera, tan liviana, pueda aguantar lo que sea que nos espere; la de montaña es tan pesada.

cuanto desconocimiento sobre cualquier cosa puede acumular una persona.

nos apuntamos a un taller de bicicletas; es fundamental; mas allá de cambiar una rueda pinchada y hacer algún ajuste al cambio nuestros conocimientos no dan para mas.

el taller se convierte en un pequeño santuario; ya en la segunda clase desmontamos los piñones de mi bici; siempre lo imagine complicado y sin embargo, con la herramienta adecuada, con el consejo adecuado, sale a la primera.

el eje esta roto, vino así de nuestro viaje a marruecos y tuve suerte de que se partiese llegando a Essaouira; empeñado estuve en la ultima etapa en echarle la culpa a los frenos del comportamiento de la rueda que no entendía, y tuve que soltar el freno de atrás para evitar el constante roce de la rueda.

cuando recuerdo alguna de las bajadas de aquella etapa me fascina que me ignorancia no me matase.

me gusta ver la bicicleta colgada de los ganchos en el taller; trastearla, tener las herramientas a mano.

supongo que es lo mas sensato que hemos hecho desde que surgió la posibilidad de este viaje tan esquivo.

mis manos se han llenado ahora de una grasa difícil de quitar y empiezo a creerme que conseguiré entender como encaja todo en la bici, de salir al paso de cualquier reparación que sea necesario realizar.

en un tipo tan torpe como yo, tan negado para la mecánica es una sensación hermosa.

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